No los de las rodillas.
Ni tampoco los de los puños
de los caballeros adinerados
como Hugh Heffner
(si no lo conocen, lo gugulean,
mas de uno lo va a envidiar!)
No señor.
Me refiero a esos que nacen iguales.
Yo tengo una hermana gemela.
Somos igualitas.
Tan igualitas, que parecemos una.
Pero somos dos.
Ella se llama Selva y yo Tita.
Selv-Ita nos llamaba mi mamá,
e íbamos las dos.
Siempre se armaba kilombo porque ella
llamaba a una pero íbamos las dos,
entonces ella caía cautiva
de nuestro parecido
y se olvidaba lo que nos
iba a pedir.
Llegaba mi viejo
y nos encontraba a las tres en trance,
agarradas de las manos,
moviendo la pelvis
y cantando a viva voz:
"tengo un mundo de sensaciones..."
de Sandro.
Y salir del trance, más bien
que mi viejo nos saque el trance
le llevaba como tres horas.
Terminábamos extenuadas
e igualitas, eso si.
Selva se fue a vivir a Australia.
Y cuando me viene a visitar
para en González Catán.
Yo no podría ser la que soy,
sin Selva reflejándome,
aunque ahora sea
"la Selva Australiana"
2 comentarios:
Tita: tu esquizofrenia avanza, te queda cada día mejor
gracias, usté sabe que yo apreció su visión, desde arriba, porque es más alto que yo!
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